Recuerdos de Vietnam es una sección especial, no escribo por creedibilidad, ni por simpatía y esas huevadas, ni que fuera Carmen Panistegui. Este bonito post va para esas situaciones que sólo pasaron, algunas malas, otras no tanto, pero no existe más evidencia que el recuerdo mismo.... Eh, pero las risas no faltaron ¿verdad?. Usted también habrá tenido o tendrá sus recuerdos de Vietnam, creo y temo que los traumas de ahora no serán iguales a los de las nuevas generaciones, que dicho sea de paso, son cada vez más raros. En fin, estas memorias serán un primer volumen y comprenden la adolescencia en su mayoría. Si usted es niño noventero, felicidades, vivió en una gran época, si usted nació en los 80´s, lo envidió y me quitó el sombrero, pese a lo convulso en materia política y crisis económicas de la verga tanto en México como en el mundo, usted vivió quizás en la mejor década. Si usted es cosecha del nuevo siglo, hmmm, sabe, igual y no sé si lo entenderá.
1. El club de la Pelea.
En la tarde, el rumor se esparció como pólvora entre los salones de clase. Una amiga nos dijo que dos escuinclas se iban a pelear a la salida. Era tiempo del club de la lucha. Verán, como en toda escuela de la nación mexicana, siempre había conflictos que subsanar. Cuando eras adolescente, sólo existía un mecanismo infalible para asegurar la paz de la sociedad estudiantil -en su mayoría- sin necesidad de autoridades oficiales de por medio. Teníamos una larga y ancestral tradición (no digo que esté bien, le aclaro, no soy tan fan de la violencia pero así era la cosa) de tener nuestras batallas en un parque cercano a la secundaria. Este jardín estaba dentro de una zona residencial. En su interior existía un viejo kiosco muy bonito donde en algún momento se celebraron diferentes eventos como algunos cumpleaños. Asimismo, los escolares le dieron un segundo uso como Coliseo Romano, símbolo innegable del poder que ejercía sobre nosotros. No sé cuántas peleas hubo en aquel lugar, pero verían su fin en algunos años posteriores.
La chicharra anunció el fin de la última clase. Salimos como locos. En la entrada de la escuela se habían quedado algunos de mis compañeros, estaban decididos a ir al evento TECATE. Yo no tenía muchas ganas de ir, quería llegar a mi casa a dormir ja ja ja. La clase de Biología era una auténtica porquería soporífera. Entonces vieron salir a una de las chicas, era una criatura de segundo año, no muy alta pero sí agraciada, buena figura, iba con otros estudiantes que venían platicando con ella. Un compañero me dijo que esa era la chica que se iba a pelear, la había conocido hace poco. Antes de irnos, mis compadres fueron a comprar papas con chile y limón, jo, los muy miados. Nos fuimos comiendo esas chunches en el camino. Cuando volví a ver, varios morrillos les seguían como si fuera una diáspora estudiantil. Nos adelantamos corriendo, después caminamos unos minutos y llegamos al parque, seguiamos internándonos en la unidad hasta llegar al viejo kiosco, estos morros querían las mejores butacas posibles. Una peregrinación aún mayor de la que salió de la escuela se había concentrado y seguían detrás a las contendientes que iban separadas por una barrera invisible, sus amigos les escoltaban como lo harían los managers de los boxeadores cuando apenas se acercan al cuadrilátero.
Entonces vi mejor a la otra muchacha. Era alta, no era muy agraciada, era robusta de pelo negro no muy largo. Brazos fuertes, quién sabe cuántos cuellos había roto a esa edad, seguramente muchos. Me pareció que ya tenía una amplia experiencia laboral en el área de traumatología. En este momento de sinceridad, ni a mi me hubiera gustado estar en el lugar de la bonita. Desconozco si la más "vieja" a simple vista pudiera haber sido de la misma edad o más grande, pues, mierda, parecía como de 30 años. Sea lo que sea que las llevó a ese extremo, bueno, iban a montar un gran espectáculo para la escuela. Las chicas, a diferencia de otras peleas, no entraron al kiosco. Se quedaron en la cercanía, las losetas de piedra serían su ring. Nos subimos a las bancas del parque para tener una mejor vista del evento. Posteriormente se formó el círculo de mirones correspondiente dejando un espacio amplio para que las peleadoras pudieran luchar a sus anchas. No iba a ser necesario.
La más grande se amarró el pelo, la otra ya no tenía la necesidad de hacerlo pues tenía una pequeña cola de caballo. Cuando inicio la pelea, los nombres de las chicas resonaron entre sus conocidos "¡Dale, tal!", "¡Rómpele la cara!" y esos gritos miados de apoyo. Secundamos a la chiquilla. Al principio, las chicas se prensaron como dos luchadores, luego se agarraron de la cara, del cuello, se jalaban del uniforme y finalmente se agarraron de los cabellos. La de cara de matona le tiró del pelo con más fuerza que su contrincante, parecía que ya la iba a tirar al suelo, pero la chaparrita de oro cerró sus puños y éstos se hundieron varias veces entre las costillas, luego en el estómago de su contrincante, vaya, donde la señorita pudiera asestarle mientras la otra morra le retorcía las greñas hasta despeinarla. Alaridos de dolor se escucharon en el ambiente. La grande soportó muy bien los golpes cerrando ocasionalmente los ojos. Una bandada de emoción corría a raudales entre los espectadores. La robusta apretaba la quijada estirándole las greñas al cielo a la otra como si quisiera dejarla calva. Enrojecida y gritando de dolor, nuestra pequeña campeona dejó de pegarle y optó por las patadas, la corpulenta le volvió a dar un soberano jalón de greñas casi riéndose cuando lo hizo. Ante aquella maniobra, atrajo demasiado a la chiquilla y, ésta en su desesperación, le acomodó un buen rodillazo en el vientre a su contrincante, la terminó soltando. Una ovación de "Ohhhh" se escuchó entre los alumnos extasiados testigos del suceso. Toda rojiza y despeinada, viendo que a su oponente parecía haberle abandonado el aire, se le fue encima y la tiró al suelo, ya no más señorita amabilidad, ahora sí sacó las uñas y le comenzó a rasguñar toda la cara a la grandota, ésta última estuvo ahí soportando un tiempo la violenta podada de rostro, pero logró sacudirse a nuestra chamaca de un buen empujón. Tiempo de que la maciza le diera mano terapia. Se giró sobre ella y se le puso encima a la chaparra, ya no había escapatoria, ahí viene la cirugía. Ya no queríamos ver, jo. Le comenzó a pegar a manotaso limpio con la izquierda, luego con la derecha, repitiendo la dosis varias veces, la otra quiso meter las manos pero casi no pudo hacer gran cosa. En este punto, ya nadie de la audiencia gritaba. Había visto otra pelea más de unos cuates pero sencillamente, cuando dos mujeres se pelean, uno no puede dejar de pensar que se comportan de manera aún más salvaje que nosotros, porque en estos casos, nunca se van a detener.
Y sí, ella no se detuvo, le seguía asestando bien sabroso, se le cansaron las manos, yo creo, porque ya las tenía bien rojas. La chica bonita tenía cara de hierro sólido, de pinche fibra de carbono. La colosal bestia dejó el surtido rico de puñetazos por un rato y prosiguió con los insultos verbales, ataques piscólogicos para darse un respiro. Todos escuchamos cuando la robusta le decía "pinche pulgarcita" entre otros despectivos. Unas risas por aquí y por allá entre la audiencia. Eso enfureció a la chica pequeña y ésta le agarró la manota a la otra mordiéndola como si fuera un auténtico perro rabiosón, la alta soltó un gran grito e inmediatamente se la intentó despegar con la otra mano jalándole el pelo con toda la fuerza que le quedaba, pero no podía sarandeársela. Entre más le jalaba el pelo a "chiquitita", más grande y fuerte era la mordida. El puñetero Spielberg se hubiera horrorizado. Más gritos de dolor. Bruscamente la gamberra le puso su garrota que casi cubrió toda la cara de pulgarcita e intentó despegar inútilmente su manopla atrapada entre aquellas fauces de acero. Más quejidos de dolor. Esa morra bonita era una auténtica loba, viejo, pinche Shakira miada hija de la verga tenía razón. Daba miedo. La pelea parecía haberse congelado en el tiempo para ese momento... Sonó la campana.
Un residente del lugar, o eso pienso yo, un señor de unos cincuenta años les gritó que se soltaran, se abrió paso entre nosotros y les volvió a decir que se soltaran, las chicas no parecían querer hacerlo hasta que sus respectivos amigos les dijeron "Ya, suéltala, ya". A regañadientes lo hicieron. Se levantaron, cada una jaló para su esquina. Vimos los resultados de la batalla. Todas coloradas y despeinadas pero eso sí, se arreglaron sus respectivos cabellos como si nada hubiera pasado. Primero el glamour. Se sacudieron los uniformes sucios. La más chica estaba bastante maltrecha, se le comenzaron a hinchar los pómulos y uno de los ojos pintaba para moretearse, la otra tenía rasguños por toda la cara, ríos de líneas gruesas y delgadas resaltaban en su geografía con algo de sangre, era como si le hubieran pasado un rastrillo gigante por el rostro. ¡Ah, Gillette, no sabe fallar!.
Sentí un poco de pena por esas dos morras. De pronto, me puse a pensar en un mundo solitario y gobernado por mujeres, les digo, esa "utopía" no duraría mucho. Días después me enteraría que la pelea se inicio por un asunto de faldas... digo, de pantalones, algún Romeo coqueteó con ambas chicas y puso a prueba a sus dos Julietas. Confirmé que la chica más grande sí lo era, había reprobado el año anterior o tal vez no había asistido por vaya usted a saber qué puta razón. Lo más admirable de esta dantesca escena fue ver a la bonita seguir en la pelea a pesar de saber que se la iban a madrear bien gacho. En cuánto al Romeo, bueno, no sé quién era el tipo, pero por lo visto las engatuzó de la manera más vil, sólo espero que para ellas haya valido la pena cargar con las heridas, la regañiza por parte de sus padres -si acaso no tenían familias disfuncionales- y la sanción correspondiente por parte de la dirección, un premio de consolación por tantos dolores de cabeza que les causaban las constantes peleas entre el alumnado. Sólo las suspendieron unos días.
Pasaron un par de otoños después habría de ir al lugar para ya no encontrar el bendito kiosco. De pronto me acordé de esa escena de la película Patton y su famosa frase "I was here" (yo estuve aquí). Todas esas peleas, todos esos gritos, todos esos momentos se habían ido. Me enteré por un señor de vigilancia que el kiosco habría de ser demolido por petición de los residentes del lugar. Seguramente el viejo que separó a las morras estaba entre las firmas del pliego petitorio. "Roma" había caído, pero eso no fue el final del club de la pelea puesto que a veces, en la misma salida, se bronqueaban. Y eso aparentemente nadie lo puede cambiar no importa la época. ¡Ave, César!
2. Demasiado joven.
Cuando uno está chamaco, hace demasiados planes, nada malo en tener un objetivo en la vida y una razón para seguir en este mugrero. Nadie te puede decir qué te espera en un futuro. Recuerdo ya haber entrado en la preparatoria cuando esto sucedió. Era temprano en la mañana todavía, había salido de mi primer clase, tenía demasiado sueño y había llegado tarde otra vez después de una buena desvelada para entregar un maldito trabajo. Poco me iba a durar ese estado de somnolencia. Iba directo a mi segunda clase, luchaba por mantenerme despierto pero sencillamente, el puto Morfeo me andaba manoseando. Decidí ir a echarme agua a la cara, aunque me lo andaba pensando dos veces pues el agua de la mañana era siempre puro hielo. Entré al maldito baño, el olor a miados en ese lugar era insoportable, siempre te entraba de golpe en la nariz, ya sabe, mucho retrasado mental que nunca supo cómo jalarle al puñetero sanitario. Putos puercos, carajo. El problema fue que no sólo era el olor, también venía acompañado de unos quejidos. "Nadie cogiendo a la vista", me reí un poco, el sonido se volvió más claro, alguien detrás de algún cubículo, o como se llame, andaba llorando, ya no lo hacía en voz tan alta, seguramente se percató de mi presencia. La persona había salido de la puerta para lavarse las manos. Conocía a aquel tipo porque estuvo conmigo en la secundaria, si bien no era un amigo en toda la extensión de la palabra, siempre intercambiábamos un saludo ocasional. Me vio, estaba quitándose las lágrimas con el dorso de la mano, le pregunté qué carajo le pasaba y ahí me dijo que uno de nuestros compañeros se había muerto. ¿Quién podría haber sido?. Él seguía rojo de tanto andar llorando, se echó agua a la cara. Se secó con su playera negra de alguna banda de rock que no conocía. Entraron otras personas y salimos. Allá afuera, no muy lejos, su novia lo andaba esperando. Nos sentamos en algunas escaleras del lugar y ahí me contó todo. Este amigo mutuo había ido a una fiesta hace un par de días o semanas o algo así, junto con otros de sus amigos y su hermano. Como en toda fiesta, alguien seguramente habría traído alcohol para hacerla "más interesante". Entienda que eran menores de edad. Ellos habían acudido al lugar en auto, por lo que era importante tener al conductor sobrio. La fiesta terminó en la noche y no lo suficiente tarde para evitar la desgracia, pudieron haber pernoctado en esa casa, tal vez. Después de salir del lugar, el supuesto conductor designado no cumplió su función, aparentemente todos venían algo tomados, no todos llevaban cinturón de seguridad. Nuestro amigo venía en la parte de atrás dormitando. Seamos sinceros, casi nadie se pone el cinturón de seguridad al estar sentado en la parte de atrás, de haberlo hecho, quizás no andaría escribiendo estás líneas. En algún momento del trayecto, y no dudo que a una velocidad alta, sufrieron un accidente dejándo a todos los ocupantes con algunas heridas, pero lo peor se lo llevó nuestro amigo quien, del choque, salió expulsado del auto por el parabrisas. Las heridas en la cabeza fueron muy serias. Estuvo en coma durante un buen tiempo.
El compañero con el que hablaba en ese momento se enteró no sé cuánto tiempo después de sucedido el accidente, aparentemente fue en ese mismo día cuando lo desconectaron al ver que ya no había actividad cerebral. No quisiera estar en los zapatos del hermano, pues él era quien iba al volante según recuerdo, sabía que tenía un hermano aunque no sé si era mayor o de la misma edad. No me imagino el peso de la culpa, tampoco si esa culpa se haya desdibujado con los años venideros o su carga aumentaría a través del tiempo. Las campañas del pinche conductor designado comenzaron alrededor del año de 1994 en México, pero no parecen haber tenido un gran impacto sino hasta inicios de los 2000, después de un montonal de muchachos y chicas muertas en horribles accidentes automovilísticos. Y a pesar de que esos años habían quedado atrás, nuestro amigo también formaría parte de esa triste estadística. Señores, si tienen hijos, cuídenlos si de verdad les importan. Usted, si va a ser el conductor, no se apendeje por los demás. El resto del día estuve en cada clase pensando en aquel accidente. Hace tan poco habíamos salido de la secundaria, recordé algunas anécdotas, el resto fue sólo esperar y aferrarse a pensar que no haya sufrido antes de abandonar este mundo.
Este muchacho tenía 16 años, siempre le voy agradecer el haberme apoyado en el taller de electrónica en la escuela. Era la única clase que tomábamos juntos pues él pertenecía a otro salón. Al ver que no entendía ni un carajo, me ayudó con la tabla protoboard y sus enigmáticos circuitos pues de ello dependía tu calificación. Tampoco se me va a olvidar cuando jugabamos fútbol al no llegar el maestro y nos íbamos al patio de atrás junto con los otros compañeros a echar unas retas... A ti, amigo, donde quiera que estés, gracias por todo.
3. Sol, Arena y Ma...laguas.
Visitar Acapulco es algo que debías hacer una vez en tu vida (por lo menos en los 90´s era ley, no estaba tan culero el paisaje ni tampoco el "crimen organizado" era tan evidente y peligroso para las personas de a pie). Nos invitaron los familiares de uno de mis amigos y era sí o sí ir pues no había cabida para otro tiempo, de lo contrario encontrarías todos los hoteles hasta su recontra puta madre sin olvidar gastos extra por los aumentos vacacionales, el paquete de viaje era bastante accesible y demasiado atractivo para rechazar semejante oferta. Fuimos a algunas playas, era la primera vez que yo conocía el mar. No estaba mal, podías andar checando lindas pieles nacionales y extranjeras ja ja, personas normales disfrutando de la arena y las olas. También podías ver gente siendo arrastrada por el mar mientras luchaban contra la corriente... Si les pasa eso, más vale que naden por debajo del agua y no anden braceando como locos en la superficie, jamás le van a ganar al mar, sobretodo si no saben nadar bien, y no me creerá cuánto suicida probando suerte entre las olas nos encontramos. Si se meten sin saber un carajo, se cansarán y terminarán siendo un muñeco de trapo flotando a la deriva, con suerte, la marea los traerá a la costa como basura.
Terminamos cansados de todo el ajetreo después de andar jugando con frisbees, pelotas de playa, etc. pero nos quedamos cerca del mar. Ya nos íbamos a retirar para comer algo. El mar estaba en calma, seguía aventando tímidamente sus olas espumosas sobre nosotros a la par que yo dibujaba cosas en la arena con una ramita que encontré por ahí. Súbitamente, mi jodido visitante aterrizó e hizo su puta magia. Aquella cosa parecía una basura plástica, se había adherido a la ramita (por cierto, sí encontramos algo de basura en algunas playas, regresaba como diciendo, "Eh, toma tus chingaderas") sólo procedí a retirarla... Grave error. Si usted es foráneo y no sabe qué es una malagua, permítame decirle y advertirle, son unas pequeñas medusas cuyo aguijón es bastante doloroso. Al tocar aquella bolsa color transparente con chiclocentro mora azul, me produjo un dolor pulsátil, como una descarga eléctrica la cual recorrió desde los dedos hasta el codo para después convertirse en una sensación de haberse quemado con fuego. Metí la mano al agua y esta cosa se desprendió peresosamente. Corrí con mi padre y le dije lo que me había pasado, me enjuagó otra vez la mano, el brazo también se empezó a poner rojo, el dolor poco a poco se extendió hasta donde llegaba el corazón, o esa era la sensación que tenía, tal vez el susto, tal vez el veneno saludando al torrente sanguíneo o tal vez la adrenalina viajando como tren bala por todo el cuerpo. En la mano se dibujó una pequeña línea ampulosa, ese era el recorrido de uno de los aguijones de la malagua, era como si te hubieran grabado a hierro algo. La muy descarada me había dejado su autógrafo sin pedírselo, al menos fue gratis, jo. La sensación de dolor aumentó, el corazón me comenzó a galopar con más fuerza. Tuve la suerte de que uno de los locales andaba pasando por ahí, vendiendo salvavidas inflables y eso, preguntó qué pasaba, cuando vio la picadura característica de aquel bonito animalito me dijo que debía meter la mano en la arena, ¿habría funcionado en arroz? ja ja ja. Y en efecto, la arena disminuyó notablemente esa terrible experiencia, claro, el dolor siguió durante un par de horas más, pero al menos esa sensación de que te estabas cruzando a la otra calzada se difuminó.
La marca desaparecería al paso de unos días pero la experiencia me dejó algo perspicaz para entrar al mar de nuevo, de hecho el clima no ayudó en nada al final de nuestra estancia. En la última playa que visitamos, esas cosas comenzaron a llegar al por mayor arrastradas por la marea. Para agregarle más drama, comenzó a llover a cántaros. Los locales atrapaban a las pequeñas medusas y las enterraban en la arena para darles piso. Sencillamente el último día no fue nada bueno, sólo gracias a la comida el día no se jodió del todo.
Hay una escena en esa película La Mancha Voraz ( The Blob, 1958 ó 1988) que me recuerda lo que me pasó, cuando el viejo toma con una ramita aquella gelatina y ésta le brinca en la mano, el señor grita de dolor sin poder quitarsela por más que intenta hacerlo. El pobre sujeto terminará siendo devorado posteriormente. Ahora me río, pero si viera lo que le puede hacer una de esas pequeñas medusas, no se reíria tanto.... ja ja ja. Con las medusas adultas no tendrás tanta suerte, muchacho, se precavido.
4. ¿La Quitavidas?.
Nunca habrá nada igual o parecido a los dulces hechos en la década de los 90s, bueno, quizás los de los 80´s. No creo que quieras probar una de esas weas en pleno 2024 por muy selladas que estén ja ja. Lamentablemente para ustedes, chamacos, muchos de los dulces de ahora utilizan el sustituto del sustituto del ingrediente original, disfrazados legalmente por las letras pequeñas en la parte posterior de sus envoltorios en un lenguaje técnico para que usted no sepa qué se anda tragando. Un Gansito de ahora, un Carlos V, unos Pingüinos, Submarinos tendrán un sabor del puto carajo, saben a pinche plástico ya, pregúntele a cualquier miado de los 90´s y les dirá la triste verdad... Sí, un minuto de silencio por los Twinkies, Keikitos y Flippys.
En lo particular, había un dulce barato y seguramente por lo mismo era tan popular, al menos yo lo recuerdo estaba siempre presente en las fiestas infantiles, calaveritas o cumpleaños; las SALVAVIDAS, eran unos dulces en forma de ruedita pequeña con un hoyo en el centro de diversos colores, las cuales tenían un sabor diferente. El problema en sí, era el diseño del dulce, eran caramelos algo duros y a menos que lo masticaras, te verías paladeándolo durante un buen rato hasta reducirlo a la nada. La cuestión es que muchos niños seguramente jugaban mientras se comían ese dulce y ahí podían pasar muchas cosas desagradables.
Y así pasó, en una de esas tantas fiestas infantiles, recuerdo que un niño andaba correteando por aquí y por allá entre un nutrido grupo de chamacos, yo no conocía a todos pero estabamos riendonos mucho, persiguiendonos los unos a los otros. Verán, no sé si fue el movimiento de andar dando saltos, no sé si fue la risa, no sé si el chamaco aspiró el méndigo dulce sin querer... En unos momentos, las risas se convertirían en gritos. Este niño de repente comenzó a dejar de reirse mientras aún dabamos brincos por aquí y por allá entre las mesas de aquel salón, ya sabe, con la música tan alta hasta distorsionar el sonido de quien cantara, transformándose sólo en ruido golpeteandote los oídos, algo característico de esas fiestas. Este vatillo no debía tener más allá de unos siete años, tuvo suerte que una de las niñas, algo más grande que nosotros, se regresará para ver qué le pasaba. El chamaco se quedó en el mismo lugar, luchaba por jalar aire, agitaba los brazos desesperadamente, también inclinaba la cabeza tratando de pasarse algo, otra vez esos ruidos de andar batallando para aspirar aire, la chica corrió en busca de ayuda. El niño persiguió con la mirada a la niña pero seguía batallando con el problema, intentó seguirla pero no pudo o no quiso, los otros niños se le acercaron y miraban con estupor lo ocurrido. Finalmente un adulto asomó la nariz, pese a que entendió que el niño parecía ahogarse, no ayudó del todo cuando intentó golpear la espalda del chamaco repetidas veces, otros adultos comenzaron a sumarse al acontecimiento, la madre entre ellos, quien comenzó a agitarse más que el propio niño. Nada daba resultado. Pareciera una eternidad pero esto sucedió en unos pocos segundos o minutos. El niño se veía cada vez peor. La madre comenzaba a gritar entre sollozos. Otro personaje entró en escena en medio del caos, una señora vestida de negro, algo robusta, les dijo que le dieran al niño, el señor ya todo paniqueado pero sin dudarlo lo soltó y la mujer tomó al morrillo, se colocó detrás de él y con una mano envuelta entre la otra hundió un puño sobre el vientre, o eso me pareció a mí, repitió la maniobra varias veces conservando la calma hasta que una rueda de caramelo, medio derretida, salió disparada de la boca del niño, golpeando el suelo y cuarteándose un poco más tras el impacto. Era un Salvavidas color verde, cómo una cosa tan insignificante te puede generar tantos problemas. El niño recobró el color, lloriqueó un poco. Los adultos comenzaron a agradecer a la señora y eso, notaron que todo marchaba bien y siguieron en sus asuntos. Posteriormente, la madre agarró al escuincle y se lo llevó a su mesa. Después del susto, bueno, seguimos jugando, el chamaco regresaría a jugar con nosotros momentos más tarde. Tuvo suerte de que alguien conociera la maniobra de Heimlich evitando una tragedia, pero no todos son tan afortunados. Lo mejor es que conozca el método si quiere salvarle el trasero a alguien, no sólo a niños miados que corren en las fiestas. La señora mencionó el programa de Rescate 911 (Rescue 911) y a partir de ahí, seguro salvó a más de una persona.
El mentado caramelo todavía es un dulce que se comercializa hasta nuestros días, si vives en el gabacho, el dulce original recibe el nombre de Life Savers (o Salvavidas, una puta ironía), aunque parece ser que actualmente hicieron otra versión de gomitas azucaradas. A saber cuántas de esas madres ahogaron a alguien o lo ahogarán. Con el pasar de los años, supe de otros niños, ahora adultos miados, que se habían "ahogado temporalmente" con la mendiga ruedita, pero no pasó de un susto y una que otra irritación de garganta. Ahora andará pensando "Bueno, eso puede pasar con cualquier dulce", y sí, en efecto, le doy la razón y una estrechada de manos de poeta a poeta, sin embargo, sigo creyendo que ese dulce no debió seguir en circulación.
En el 2022, Cofepris habría de retirar varios lotes de este dulce junto con otro llamado Skittles, estos dulces habrían de contaminarse con unas hebras de metal delgadas durante su producción, ¿cómo pasó? no tengo ni puta idea, la empresa no va a tener sus 5 minutos Milky Way de sinceridad, pero al menos los retiraron aparentemente en su totalidad. No se reportaron casos de envenenamiento o de complicaciones si acaso no consiguieron retirar todos los lotes, mala suerte si eras el ganador del premio secreto y ese día ibas al aeropuerto después de chingarte unos dulces de estos. Los policiías del lugar te iban a amar.
5. Una exposición escolar muy peculiar.
¿Le gustaba exponer temas frente al salón? Lo más seguro es que no le agradaba en absoluto, menos cuando a usted le salían barros en su bonita cara consecuencia de los cambios de la adolescencia poniendole los últimos clavos a su niñez. Generalmente las exposiciones no son buenas, admítalo; la timidez, la tartamudez, la falta del dominio del tema o andar leyendo hasta aburrir a su audiencia al puro estilo de un político tradicional es moneda corriente en estas situaciones.
Excepto por este sujeto, Alejandro, un compañero serio en la superficie pero desmadroso en su interior, un adolescente miado a fin de cuentas. Esto sucedió durante la secundaria. Aún no sé cómo les fue posible presentar este tema, no entiendo cómo le dieron el visto bueno, no obstante, deben saber que nuestro profesor era un total flojo de mierda, encima era aburrido al impartir sus clases, así mismo era bastante distraído, tuve maestros malos y este sujeto está entre los primeros 5 sin dudarlo. Muchos maestros entraban y salían en la docencia sin necesidad de un curriculum descente.Y ahora se quejan de los libros de texto ja ja, pinche gente miada. Habiendo entendido el contexto sin pretexto, no es tampoco difícil entender que ni el mismo Flores -así se apellidaba el profesor según recuerdo- ni ninguno de nosotros estabamos preparados para ver lo que nos esperaba detrás de esa pantalla de tv. Cuando uno quiere exponer un tema que de verdad le interesa se notará, no importa cuál sea, resaltará entre todos los demás trabajos como un grano negro entre el arroz.
Bien, estabamos en la primera clase de la mañana en la sala audiovisual, para ese entonces a pesar que ya existía los DVD siendo la más alta calidad y esas mamadas, todavía nosotros teníamos VHS, por lo menos ya no era una cassettera BETA, jo. La última tecnología en nuestras aulas...literal. No recuerdo muy bien sus participaciones frente al salón, sólo recuerdo que nos afirmaron que los siguientes videos tenían un carácter muy gráfico resaltando su veracidad.Yo creo que Flores andaba dormido o andaba picándose la nariz al escuchar esas palabras, tal vez pensó que se trataba de una exageración de escuincles miados.
Este grupo que exponía traía varias cintas VHS, uno de ellos colocó la primera caja negra, la casetera se tragó la cinta e hizo ese ruido característico arrojando una imagen, en ella estaba un tipo calvo de traje, parecía estar en una especie de sala. Detuvieron la cinta y la imagen se tornó algo borrosa, después procedieron a relatarnos una triste historia:
Hablemos de un agradable sujeto llamado R. Budd Dwyer, verán, Buddy, permitame decirle así durante el resto de la historia, era un politiquillo republicano quien desempeñó diferentes cargos escalando poco a poco en la pirámide gubernamental estadounidense, nuestro pequeño amigo alcanzó el puestazo de su vidaza cuando se convirtió en el mismísimo tesorero del estado de Pensilvania entre 1981 y 1987, trabajo que desempeñó aparentemente sin mayor problema o casi sin problemas.
En cierto momento, el amigo Buddy supuestamente decidió hacer negocios sucios al amparo del poder creyendo que no pasaría nada, pero NADA es para siempre. Un contador del gobierno, seguramente con la camiseta bien puesta, detectó ciertas irregularidades en la retención de impuestos de varios trabajadores del estado. Si bien este "exceso de pagos" se dio antes de la administración de Dwyer, Buddy aparentemente decidió aprovechar la situación. Se supone que se abrió una licitación para contratar a una empresa que determinaría el monto a otorgar para cada trabajador a modo de compensación. Debajo de la mesa, la empresa CTA (Computer Techonology Associates) le dio un supuesto pero jugozón soborno a Buddy de 300 mil dólares (una cantidad enorme para ese tiempo) a finales de 1986, con la clara intención de quedarse con el contrato multimillonario de la licitación. Todo mundo contento... PERO nuestro querido chivato habló del asunto en un memorandum dirigido al gobernador de ese estado. Las investigaciones pertinentes se hicieron, el dueño de la empresa CTA, J. Torquato y su endemoniado abogado, W. Smith, decidieron vender al viejo Buddy llegando a un arreglo con el fiscal, la diana estaba puesta, hasta Júdas sintió asco de ver tan tremenda puñalada. Dwyer pagaría los platos rotos de su corrupción. 55 años de cárcel lo esperaban junto con una gran multa (la misma cantidad que le dieron para sobornarlo, son las vueltas que da la vida, jo). El viejo Buddy no quiso renunciar a su puesto. No, señor, tenía un haz bajo la manga, haría su salida triunfal frente a las cámaras de tv con la cabeza en alto. Sí, algo parecido.
Al conocer su suerte, Buddyshapa convocó a una conferencia de prensa en vivo el 23 de enero de 1987 en el capitolio de Pensilvania. Tras leer un breve discurso y afirmando su inocencia, entregó algunas cartas a algunos de sus colaboradores, después, el viejo miado tomó un sobre... Si tiene estómago sensible, NO VEA EL VIDEO.
En un abrir y cerrar de ojos, Buddy se convertiría en una celebridad de la peor forma posible. Tal vez puedo exagerar pero fue como estar en Pensilvania en medio de todos esos reporteros desde la seguridad de una pantalla de televisión conectada a una casetera, todo mundo en aquel salón audiovisual se quedó con la boca abierta, los ojos dilatados como platos. En algún lado, detrás de las sombras protectoras, Flores emergió abriéndose paso torpemente entre las filas de pupitres desde la parte trasera donde estaba sentado y les pidió que apagaran la televisión. En ese momento entendí lo que esos niños de Pensilvania lamentablemente observaron detrás de esas 9 cámaras que cubrian el evento. Ese día, una tormenta de nieve impidió que los estudiantes asistieran a la escuela y, en su lugar, vieron a Buddy morir en vivo y a rojo color, si acaso tenían la tele encendida, tal parece que todo el Estado lo hacía. La transmisión del evento generó polémica pues nunca cortaron la escena y hasta volvieron a meter a cuadro el cadáver sangrando a raudales. ¡Vamos, sin miedo al éxito nena, que ese raiting se eleve hasta los cielos!.
Ante la abrumadora abundancia de pruebas, Buddy decidió tomar la salida rápida no sin antes dejar una carta de despedida y subrayando su inocencia en su último discurso, utilizando la vieja confiable, alegando una persecusión politica... Ehm sí, claro, Buddy, ya conocemos a muchos politicos diciendo eso, sobretodo panistas miados ahora en México.
Dwyer se convertiría en un ícono popular en años posteriores, incluso fotografías de su suicidio terminaron en portadas de albums de música así como fue la inspiración para varias canciones de diferentes bandas... Como Hey Man, Nice Shot de Filter. Buddy sería una leyenda pero no por las razones correctas.
En 2010, se lanzó el documental Honest Man, donde se relata la historia de Dwyer, incluyendo el testimonio del viejo abogado de TCA que, de manera descarada, afirma que Buddy era inocente. Si les soy sincero, a pesar de lo que diga el viejo lesbiano del abogado, no creo que Dwyer fuera completamente inocente, lo que sí es que su muerte ensombreció el asunto, consiguiendo librar de muchos dolores de cabeza a otros políticos y empresarios quienes tenían mucho que perder si salían embarrados. Buddy sería el único raspado, asumió y absorbió toda la culpa mediante esa bala frente a todos esos espectadores.. "Dios bendiga a América"... o esta vez, quizás no.
Ah, sí, se preguntarán qué pasó después del video, bueno, sólo prendieron la luz y la exposición continuó pero ya sin material audiovisual de apoyo. Flores no quería más niños miados-traumados, sobretodo más traumados después de ver ese bonito video. Simplemente narraron algunos otros casos de, creo recordar, otros políticos muertos y un hombre siendo devorado por leones, aunque creo que ese todavía dejaron correr un cacho... jjajaja. ¿Quiénes eran? eso no lo recuerdo, aunque creo que el famoso video de los leones era falso. Obtuvieron una buena calificación pese a dejar inconcluso, por obvias razones, su exposición. Para nosotros se llevaron la palma de oro. A partir de ahí, las palabras "videos snuff" se quedaría en nuestras mentes para siempre.
6. El portafolio.
Todo mundo habrá conocido uno de esos compañeros de escuela que siempre desafiaban a la autoridad. Por alguna maldita razón, por acción u omisión siempre habrían de llevar la contraria, entre más le decían que no hiciera algo, bueno, más lo hacían. Para este chico, la puñetera libreta de reportes con su nombre parecía más un registro de motel de paso en temporada alta, describiendo de forma amplia sus actividades "criminales". No sé si sus padres no lo querían o ya venía con daños prenatales, pero así era ese wey. Verán, este tipo, Christian, acababa de ser ingresado a nuestro salón empezando el segundo año de secundaria mediante un intercambio de reos...quiero decir alumnos, la dirección tomó la iniciativa de cambiar algunos estudiantes con problemas de disciplina a otros grupos para, según en su lógica pedorra, reducir la actividad hormonal delincuencial, ¿por qué pasó todo ésto? Bueno, regresemos unos meses atrás en el tiempo, resulta que los "adultos" del útlimo grado de secundaria fueron llevados al patio de atrás sin supuestamente ninguna vigilancia esperando que se comportaran bien, ante tan generosa libertad, decidieron hacerle un hoyo a la pared que daba a una avenida con un tubo de portería de voleibol como ariete. Esta imitación de escape Hollywoodense fue consecuencia de negarles balones de futbol o basquetbol u otro artefacto con el cual desgastaran toda la energía acumulada, ya sabe, la furia hormonal característica de esa edad, al menos quiero creer eso y no fue sólo pura maldita maldad... Sí, tal vez. Los prefectos debieron andar crudotes porque se enteraron supuestamente después, o eso afirmaron. Se hicieron pesquisas, interrogatorios, pero nadie de ese grupo quiso señalar a los culpables, fuera de eso, no sé cómo terminó el asunto, lo que sí sé fue que a los grados menores nos jodieron el siguiente ciclo escolar por su ansiedad juvenil. Gracias a esta travesura, hicieron una ensalada de escolares de los grados menores, llevándose a algunos compañeros y trayendo nuevos visitantes en su lugar.
Mientras nos adaptabamos a los nuevos miembros del salón, tambien llegaron nuevos profesores. El maestro de Física era un señor moreno de unas 50 primaveras o quizás un poco más. Debo aceptarlo, era muy bueno manteniendo la disciplina en clase, utilizaba la mejor técnica psicólogica para sembrar rencor entre nosotros, dado que estabamos sentados en varias filas, siempre llegaba pegando una hoja blanca sobre el pizarrón y dibujaba sobre ésta las 6 ó 7 filas (o algo así) de nuestro salón, si se te ocurría abrir el pico o hacer ruido mientras el profesor explicaba en el pizarrón, se dirigía a donde numeró las filas y dibujaba una perfecta linea horizontal con su plumón, símbolo de restarte puntos, así, cuando alguien cometía una falta, eran tus mismos compañeros de fila quienes se encargaban de disciplinarte "Shhh, cállate, wey" u otros aún más finos "Cierra el pico, imbécil". Oh, por cierto, si presionabas demasiado con las palabras altisonantes, también te lo cobraba. Al final esos puntos jodieron a varios, pero no tanto para reprobarlos. Era bueno causando caos el maldito viejo miado. Tampoco es que tuvieras una segunda oportunidad cuando te preguntaba algo. Tenía la manía de señalarte de manera aleatoria (a menos que alzaras la mano y quisieras participar por tu cuenta) y si no sabías, su dedo se brincaba a otra víctima, no tenías tiempo para dudas, sabías o no. Otra cosa característica de este señor era su viejo maletín. Era negro del tamaño de una laptop vieja, algo cuarteado por el cuero o imitación de éste, siempre sonaba cuando lo abría, como si esa madre se despresurizara "shuggg". Ese portafolios era su Cheget personal, ahí iban a parar las hojas del día con los puntos negativos. Un apéndice más del señor, jamás se separaba de ese maletín o al menos eso creíamos.
Esas hojas y por ende, ese maletín, nos causaban bastante irritación, ciertamente a Christian le causaba más escozor que a todo mundo junto pues su fila siempre fue la más castigada, si tenías a alguien inquieto como él, estabas muerto. Finalmente el tan ansiado día llegó, al maestro lo llamaron de dirección, tal vez su hija, tal vez su esposa, tal vez su amante embarazada, tal vez el maldito Coppel o tal vez el culiao del presidente, no recuerdo, pero salió cagando leches, dejó el Cheget. Por alguna razón incomprensible en ese momento y hasta ahora, le confió su maletín a la jefa de grupo, pero la jefa de grupo era más ausente que la policía cuando hay un ladrón frente a sus narices cometiendo un crimen. Christian se levantó y se fue a asomar en el umbral de la puerta del salón, nada por aquí y nada por allá. La jefa de grupo se hizo la desentendida y nuestro compañero se acercó a su víctima tendida en el escritorio.Todo mundo comenzó a platicar con su tribu, cuando todos vimos que el pinche chamaco se acercó para intentar abrir el maletín, varios le dijimos que no lo hiciera, ya les he explicado la naturaleza de este muchacho, eso sólo aumentó su curiosidad, peleó unos segundos con la máquina de doradas visagras y el caracteristico sonido de liberación terminó con el ajetreo junto con nuestras protestas. Ante la emergencia de su salida, el maestro no había asegurado bien el portafolio. Parte de la tapa se alzó timidamente, el morrillo la levantó de lleno, si usted estaba pensando que iba en busca de la raíz de sus problemas, olvidelo, encontró algo más valioso que eso, comenzó a reirse como loco, volteó el maletín y nos enseñó algo que no esperarías encontrar en el interior, al menos no para mí. Debajo de varias hojas blancas, como cuerpos apilados de las víctimas de su disciplina, encontró una pistola. El metal brillaba reflejando su entorno, Christian la sacó del portafolio, la sopesó y jugueteó como si fuera un héroe de acción apuntando directamente a algunos chamacos, el resto no lo tomó a juego, la pusó sobre el escritorio y regresó a su tarea de arqueología. Halló un cepillo de dientes, jabón, dulces, un spray para el reducir el mal aliento. Estabamos algo estupefactos cual público infantil, era como un mago sacando cosas de su sombrero infinitamente. Alguien le dijo a Christian que cerrara el portafolio puesto que el maestro ya se asomaba en la periferia del pasillo. Bajo presión aventó algunas cosas, trato de arreglarlas a como su memoria se lo permitió. El maestro regresó y continuó su clase como si nada, no parecía haber visto nada fuera del lugar al volver abrir el portafolio. Fue dificil guardar la compostura en lo que restaba de la clase sobretodo teniendo la cara pedorra asustada de nuestro compañero en mente. Esta vez hubo más lineas negativas en la clase que en todo el año.
Bromeabamos sobre el asunto, tal vez acumular tantos puntos negativos o sacarlo de quicio te hacía acreedor a morir plomeado frente a toda la clase, después, su dedo flamígero acusatorio se posaría sobre otro inocente ¿Alguien más quiere, pinches mocosos, o ya se van a estar quietecitos? Más allá de esa osada y ciertamente peligrosa hazaña, podemos decir que lo único "bueno" de todo este maldito asunto es que terminaron apodándole "El Mago" al vato. No era un ladrón, pero si era demasiado curioso el muy baboso. Años después supe por alguien que él estudió la carrera de informática, le iba bien, tal vez siga haciendo su magia en otras tierras. Aquel maestro no duraría mucho, no más allá de dos años. Antes me parecía una exageración traer un arma, sobretodo a un escuela sin que nadie lo supiera... más que nosotros, claro, y a lo mejor algunos amigos de nuestros compañeros. Ahora con la inseguridad del carajo, comprendo más a aquel viejo miado. Aún así, con tanto loco suelto, sigo creyendo que es más peligroso andar armando gente miada, porque ahora no sólo te tendrías que cuidar de policías corruptos y maleantes de cuarta, deberás agregar a los neuróticos ocasionales, y cada vez hay más de esos mechitas cortas entre nosotros. La gente está más loca, no dude que por una estupidez te anden matando también. No hay garantía de que ese wey que vaya armado actúe de forma cuerda en el momento o alguien más termine herido por su valentía o peor, muerto. En fin, esa es arena de otro costal.
7. La maestra de inglés.
Ser maestro no es nada fácil, ser alumno, bueno, a veces tampoco lo es. Pero si eres educador tienes las de perder si te gana la vesícula biliar frente a los pubertos. No lo olvidarán nunca. Era el primer año en la preparatoria, teníamos un grupo numeroso de alumnos y las tribus internas comenzaron a formarse poco a poco. El grupo más grande pertenecía a estudiantes "inquietos", donde el líder se llamaba Aldo. Este muchacho solía platicar mucho entre clases, gustaba de hacer bromas entre el grupo. No voy a negar que el sujeto a veces se aventaba algunos buenos chistes. Precisamente esa sería la gota que derramaría el vaso. Con respecto a nuestra maestra, ella parecía haber crecido en el otro lado del barrio, era muy seria, voz parsimoniosa, una mujer de estatura pequeña y pelo pintado de rojo. Usaba lentes y sus pequeños ojos parecían siempre tristes, la verdad no recuerdo haberla visto reír mucho, sólo un par de veces, era una risa que parecía algo reprimida si me lo preguntan.
Sus clases solían ser muy metódicas, todas las tareas que dejaba se encontraban siempre en el libro que nos pidió comprar. A diferencia de uno que otro maestro, ella sí escribía en el pizarrón, daba ejemplos, te ponía ejercicios, etc. Cumplía su función de maestra tal como lo estipulaba el contrato. Lo único malo fue que todo era muy mecánico, nada nuevo en cada clase, el hecho de conocer la rutina terminaba aburriéndote antes incluso de entrar al salón, sobretodo al grupito de nuestro compañero Aldo.
Las fricciones entre ellos comenzarían pronto, en ocasiones ella les pedía que guardaran silencio de forma amable, por un rato se estaban quietos pero luego continuaban hablando haciendo chistes y eso. No sé cuántas veces les dijo que guardaran silencio, pero sí que fueron varias. Trato de recordar si teníamos clase una vez a la semana o dos. En alguna ocasión, el volumen de la voz de la maestra se hizo más clara, no fue un grito, pero si firme cuando les pidió pusieran atención. Pronto se aprendió el nombre de Aldo debido a las constantes veces que le pedía que se callara. Esta señora se enfermaba mucho de la garganta por lo que no le gustaba andar gritando. No les importaba si la mujer había amanecido con voz de Barítono o no. A nuestros compañeros no parecía importarles un cacahuate.
Un día, nuestra clase se desarrollaba como cualquier otro. La maestra escribía en el pizarrón y todos tomabamos nota en nuestros cuadernos. Aldo ya había recibido su dosis correctiva de rutina. No sé si fuese sólo yo, pero desde que la maestra puso un pie en el salón se notaba llevaba ya demasiada tensión acumulada. Iba a comprobar que no sólo era mi imaginación.
Aldo se aventó algún chistecillo entre su comitiva, todos se rieron, estaban siempre sentados en la parte de atrás. Las mesas de ese salón estaban acomodadas en forma de U, de tal forma que la maestra podía pasearse por el centro del aula sin ningún problema. Pero parecía no gustarle tanto acercarse a ellos. En algún punto, cuando la señora estaba escribiendo, imagino yo que los rostros de la pandilla de Aldo se dibujaron como fantasmas orbitando alrededor de su cabeza riéndose escandalosamente. La sangre de la maestra seguramente comenzó a hervir en su interior, el humo se le escapaba por las orejas, dejó de escribir por un segundo, se volteó de forma brusca y le lanzó el gis a la cara del muchacho, creo recordar que si consiguió pegarle en alguna parte. La maestra bien pudo ser pitcher en algún equipo de béisbol. Dio unos pasos rápidos al frente, haciendo suyo el escenario y le gritó que se callará, que guardará silencio y otras cosas que le dejaré a su imaginación. Tomó sus cosas, se desquitó con el escritorio y antes de abandonar el salón, le metió tremendó puntapie al bote de basura metálico mandándolo a navegar por los aires sumiéndole una buena parte. Las únicas víctimas fueron esos papeles regados en la entrada del aula. Estos miados tuvieron mucha suerte. Al alejarse de la estancia, se podía escuchar a la maestra llorando. Estoy seguro que en el salón contiguo se escuchó nuestro drama escolar. Tal vez incluso en el piso de abajo también. Todos nos quedamos fríos, no sé que habrá pensado Aldo y su grupito. Pero a más de uno de nosotros se nos habrá pasado por la mente que esta vez el show llegó demasiado lejos.
Pasaron una o dos clases en ausencia de la maestra. Creíamos que nos enviarían a un reemplazo que bien podría ser peor, alguien que ni te daba clases o no sabía un carajo o se hiciera pendejo en el salón. Ella regresó al aula como si no hubiera pasado nada. Aldo y su pandilla se moderaron un poco más, la maestra seguramente hacía mantras mentales para no matar a esos muchachos, de lo contrario, habría otro Columbine región cuatro en ese salón. No sé si la maestra siguió dando clases ahí después de ese año escolar. Yo no recuerdo haberla visto otra vez.
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Sin duda salir con tus camaradas al cine no es lo mismo que ir con tus familiares. Lenguaje altisonante, bromas pesadas pero permitidas en nuestra convención de Ginebra, checar pieles suaves en el lugar, hacer la vaquita para comprar pochoclo (palomitas) o comprar y contrabandear dulces de la tiendita -o alguna otra chunche que te arruinará los dientes- bajo las narices de los dependientes del cine. Compren local, perros. ¡Ah, bellos tiempos!.
Entramos con nuestra mercancía legal e ilegal después de hacer una larga fila, aquella película ya tenía una semana más o menos de ser estrenada, pensamos que nos la armarían de pedo en la taquilla, algunas personas sí se toman en serio su trabajo, pero a la joven taquillera le valió la negra Tomasa. Nos aventó nuestros boletos sin preguntar. Debió ser por el naciente bigote de uno de nuestros amigos. Era un señor, era un truhán, era un galán ja ja. Si bien recuerdo, fuimos a ver en esa ocasión "Resident Evil II". La película estaba a unos minutos de comenzar, la sala estaba casi llena. Nos ubicabamos en la parte de arriba, una fila antes de pegar con pared donde estaba la cabina del proyeccionista. Estabamos platicando nimiedades. Seguía entrando un poco más de gente con sus botanas. De pronto, a uno de mis cuates le llamó la atención un personaje de las filas de abajo. No es que mi cuate fuera maricón y anduviera buscando ligarse al extraño, sus motivos eran otros, eran motivos bien basados que nos habrían de meter en problemas a todos. El tipo en cuestión era joven, en sus 20´s probablemente, pero calvo como el maldito Maestro Limpio, traía una playera naranja de Dragon Ball, de esas que traen el símbolo de Kame en la espalda. Los chistes sobre su parecido con Krilin se empezaron a salir de control de tal forma que ya los gritaban estallando en malvadas risas. Contagiando incluso a algunos desconocidos del lugar. Esos ruidos le llegaron al otaku quien comenzaba a lanzarnos miradas de odio. No venía solo, venía con su novio... o su amigo, o lo que fuera. El otro tipo era más robusto y creo recordar que era más alto, con el cabello corto. Comenzaron a echarnos miradas de matones pero nunca se movieron de sus asientos, ni un dedo. No voy a exculparme de mi participación, pero llegó un momento en que incluso yo les dije que se detuvieran, otro amigo se sumó a la protesta. Los chamacos miados no me hicieron caso. Se les andaba pasando la manita. Las luces de la sala bajaron su intensidad lentamente. Las cortinas rojas automáticas chirriaron descubriendo la pantalla y todo fue oscuridad en el recinto. Tiempo de avances y anuncios gubernamentales del estúpido de Fox, luego la película. Tengo sentimientos encontrados con esa película, empieza bien, luego se convierte en una mierda, Sienna Guillory se veía muy bien, los STARS son elmininados como moscas y Némesis, bueno, luce cutre y lo hablandan horriblemente. A algunos les gustó a otros no tanto.
Nos esperamos un poco cuando la sala se comenzaba a vaciar con los créditos rolando en la pantalla como telón de fondo. Krilin y su amigo tuvieron la misma idea. Le marcamos a la mamá de uno de mis amigos para que pasara a recogernos. Una buena parte de la sala ya se había retirado, tiempo de mover el culo y salir. En esa sala había dos salidas en ambos extremos, elegimos la salida de la izquierda pues estaba más cerca y además estaba lejos de los matones otakus. Bajamos las escaleras en fila detrás de otras personas que también abandonaban la sala, parecía fila de las tortillas estancándonos en un punto determinado. En eso, ellos también se levantaron, no pensamos nada malo pues hicieron fila de su lado, pero se nos quedaron viendo todo el maldito tiempo mientras avanzábamos a la salida. Terminamos por salir antes incluso que ellos. Nos sentimos aliviados de retirarnos, echamos algunas bromas y eso, cantamos victoria demasiado pronto. Uno de nuestros amigos quería entrar al baño, se tomó todo el refresco el muy cabrón por cierto, le dijimos que se esperara, llegamos a las escaleras automáticas y ahí fue donde los vimos salir, caminando aprisa, los ojos encendidos de rabia. Nos abrimos paso bruscamente entre la gente de las escaleras, ni permiso les pedimos. No corrimos exactamente, no podíamos aunque nos moríamos por hacerlo, el que se entambó todo el refresco no podía correr con la vejiga del tamaño de un globo a punto de reventar, lo intentó durante un rato, pero después ya no pudo, uno de mis amigos le dijo que mejor se orinara a que nos metieran una madriza, seguido de interrogatorios por los padres, previa hospitalización. Llegamos al estacionamiento y todavía nos seguían, ellos no corrieron, sólo pasos firmes y decididos tomándose su tiempo, era como una maldita pesadilla donde tu corres y corres pero lo que sea que te persigue va más rápido que tú hagas lo que hagas. Ya casi se acababa el largo estacionamiento, podia verles las caras sonriendo. Se veían entre ellos, como pensando qué nos iban a hacer y quién iba a sacar el boleto ganador de una bien dada y soberana putiza. Si eras un miado de secundaria o recien entratrado en preparatoria, bueno, no había muchas posibilidades sabiendo que no todos sabíamos pelear, encima, réstale al miado que no iba meter ni las manos porque ya tenía suficientes problemas peleándose con su propia próstata. En vista de lo sucedido, le iba a tocar la peor parte.
Era el fin. Ahora caminaban aún más lento. Se notaba que lo disfrutaban. Sin que la mayoría lo supiera, nuestro flamante carruaje a motor diesel había llegado. "Mamita al rescate". Y así, nuestro "amigo" reconoció la oportunidad y no tuvo la cortesía de decirnos nada. Procedió a echarse a correr el muy cabrón. Como una manada asustada, mejor dicho miada, por puro impulso lo seguimos a ciegas, entonces reconocí la camioneta azul (o era blanca?) de su mamá, abordamos como en esas películas de acción aventándonos los unos a los otros. Su madre nos preguntó ¿Cómo les fue? ¿Les gustó la película?, ya sabe, cosas de padres. Me dieron ganas de gritarle"¡Cállese y acelere!". No lo hice, seguí el teatrito clásico de "aquí no pasó nada". La señora nos sacó de aquel lugar poniendo alguna estación local de radio. Nos asomamos por la ventana de atrás del auto y vimos a los matones bien emputados sobre los límites del estacionamiento mientras nos alejábamos del lugar. Sabe, no sé si su intención real fue la de asustarnos, bueno, honestamente sí lo consiguieron, 10 de 10 estrellas, qué buen servicio o, peor, si nos iban a meter nuestra paliza correctiva de la vida. Ni juntando todas las esferas el dragón nos iban a volver a revivir. Me alegra haber escapado justo a tiempo.
9. La banda colmilluda.
Hacer trabajos con otros compañeros suele ser una faena problemática, desde la gente que no hace ni un carajo, los que resongan por todo o los que se querían justificar con su "Yo no puedo hacerlo, tengo que cuidar a mi abuelita muerta". El vato ya mató 30 veces a la ruca y todavía la señora sigue viva de alguna forma. Brutal. Es más, ni siquiera los muy miados aportaban varo para engargolar los puñeteros trabajos. Eso sí, no te vayas a olvidar de escribir su nombre en la portada del trabajo porque si no se ponen de lloronas miadas. Nunca fui fan de andar trabajando con gente, sobretodo cuando te los asignaba el maestro por azar o por orden de lista. Para mí mala suerte, esta vez fue por azar, de todos modos estaba más jodido si hubiese sido por lista. El segundo año de preparatoria no me gustó mucho. Por otro lado, mi compañera vivía hasta las tierras baldías de IZTAPALAPA, esa fue la primera vez que visité esa parte de la delegación solo. Después de ver la tremenda distancia que recorría la morra cada mañana hasta la prepa, ya no me quejaría de estar a una hora o un poco menos, si el tráfico lo permitía, claro.
Me norteé un poco, terminé en otro lado, estaba buscando una unidad habitacional que había sido diseñada para familiares de militares o algo así, suponía ya no estaba muy lejos, pero esa parte estaba algo desierta. En la distancia, había un puente muy largo que iba de extremo a extremo sobre dos carriles a contraflujo, en el lado que yo estaba, habían negocios de diferente naturaleza. No todos abiertos. Me comenzaba a desesperar porque ya había caminado durante un buen rato, tal vez me había bajado en el lugar incorrecto. La estación del metro que me había traído ya había quedado algo atrás. Seguí llevado ya por pura inercia. Fue en Sábado o en Domingo, no sé, pero a pesar de ser fin de semana, no parecía haber gente en la calle. Sin celular, sin un maldito teléfono a la vista, me iba a poner en modalidad turista esperando no preguntarle al tipo equivocado. Había un auto mal estacionado sobre la banqueta para variar. Quedaba un pequeño espacio si pasabas muy pegado a una de las paredes. Más adelante estaba un zaguán negro. Sí quería preguntarle a alguien tendría que regresar un poco sobre mis pasos. El calor empezaba a fastidiarme algo. El puente ya estaba más cerca. Rodeé el carro y ahí ví al primero, era un maldito rottweiler ya adulto, venía caminando hacia mi dirección pero no venía solo, detrás de él, otro banco de perros de diversos tamaños le seguían. Conté unos 5 animales.
El perrote hizo contacto visual conmigo y nos quedamos viendo el uno al otro, sentí que fue una maldita eternidad, sudé tinta como no tienen puta idea. La imagen de ser mordido por el perro me llegó hasta el gluteus maximus del subconsciente, pelear no era la opción, me comerían de un mordisco. ¿Correr? Cuánto tiempo durarías antes de que te alcanzara ese rottweiler, tan sólo para ser atacado por otro y luego otro más. Bueno, el carro sería mi única salvación. Ofrecería como sacrificio mi mochila para los furiosos dioses cuadrúpedos y tal vez conseguiría subirme al techo del auto sin ningúna herida. Ahí me defendería como Dios me diera a entender mientras el muy culiao se reía de mí desde las alturas. La tensión aumentó entre nosotros, me quedé quieto, el pedo de un ratón hubiera hecho que me atacaran sin dudarlo. Uno de los perros se me perdió de vista, debió ser cuando el rottweiller me hinoptizó. Su simpático colega ya estaba detrás mío y comenzó a ladrarme, yo casi pego un brinco tan alto que bien pude sujetarme del avión que iba pasando por encima de nuestras cabezas. Eso puso en guardia a los demás, traté de apaciguarlos, pero ellos no querían calmarse, querían bronca con un foráneo que ingresó a su territorio por error. Empecé a retroceder pero el cuate del rottweiller ya estaba más cerca, su ladrido se hizo más fuerte y consecutivo. Esa fue la señal para que el rottweiller se asomara completamente y comenzara también a ladrar, ya sólo pude pensar en un bonito encabezado del Gráfico: "Joven miado muere horrorosamente tras ataque de perros, vea las horribles fotos en página 5, ayúdenos a reconocerlo si puede jajjaja..."
Decidí protegerme primero del rottweiller con mi mochila, no duraría nada esa madre pero me daría algo de tiempo, ya estaba con la espalda completamente pegada al carro, como si el culo se me hubiera fusionado con el metal de la puerta. No iba a alcanzar a brincar sin patear alguno con la esperanza de hacerlo lo suficientemente rápido antes de que otro me atacara. Quiero mucho a los perritos, pero esta vez haría una excepción.
Súbitamente, chirriaron unos frenos, era otro carro que se detuvo a nuestra altura. Un señor ya grande les gritó a los perros desde el auto, los animales siguieron ladrando nuevamente con más fuerza. Para mí, este tipo sólo empeoraba la situación, ahora sí estaba seguro de que los caniches se llevarían un buen pedazo de mis huesos. Volvió a gritarles, esta vez más enérgico, mejor dicho colérico. Se bajó del auto... Agreguénle otro muerto a la página 6. Aplaudió con mucha fuerza a la par que les gritaba, llamó al rottweiler por su nombre, los perros salieron de su estado dispersándose y corriendo como niños chiquitos en la dirección de la que yo venía. Se echaron en el asfalto. Casi dándome un ataque cuádruple coronario después de semjante tensión, el señor se me acercó y me pidió disculpas, le dije en voz baja, casi asfixiado que "No había problema". Bordeé el auto y caminé tan rápido como pude, de vez en cuando volteaba a ver si los perros no me seguían. Subí el puente corriendo. Cuando lo cruzaba, vi que el señor metió su auto a su zaguán, después se llevó el que estaba estacionado en la acera. Los perros se quedaron afuera, hechados, disfrutando el sol. Ya estando del otro lado, vi la unidad habitacional. Dí con el edificio de la morra, ya estaban los demás conversando en el interior. No les dije lo que me había pasado. Creo que debí hacerlo. Afortunadamente terminamos el trabajo el mismo día. Al salir, los perros ya no estaban. Le pregunté a mi compañero que había recorrido la misma ruta que si había visto algún perro, pero me dijo que no. Creo que la mala y buena suerte se encontraron ese día. No tengo nada contra los perros pero algunos dueños suelen tomar a la ligera su comportamiento causando accidentes muy severos, culminando sin dudas, en la muerte del animal. Como sea, si hubiera llegado antes de que el señor se hubiera llevado el segundo carro, bueno, quién sabe qué hubiera pasado.
10.¿Doppelganger?.
Tener una bicicleta era lo máximo, cualquier niño de los 90´s y 80´s conocerá muy bien esa experiencia, era el placer de ir a un lado a otro antes de la traumática experiencia de aprender a conducir y al final depender del automóvil... ya sabe, estar rodeado de otros coches sin poder moverte entre el tráfico maldiciendo toda tu maldita humanidad. La mítica bicicleta azul perteneciente al dueño de este changarro era una preciocidad, sí, algo oxidada, sí, definitivamente bien madreada en distintos puntos de su cuerpo metálico pero sabe qué, aún era funcional... hasta que la muy hija de puta decidió vomitar la cadena, con la firme intención de no volver a rodar nunca.
No teníamos a alguien de confianza para reparar la bicicleta, la cadena se salía del plato (la chingadera esa que está entre los pedales, es un eje grande plateado generalmente, el cual gira con la cadena). Verificamos que no estuviera rota o algo, cambiamos la cadena, etc., se salía de su posición no importaba qué al ir pedaleando. El eje parecía normal a simple vista.
Como solía suceder en aquellos años, si alguien le preguntaba a un conocido, ellos te recomendaban con alguien, sin saber si tu correrías con la misma suerte en el resultado del trabajo requerido. Claro, tenías la sección amarilla también, pero muchos de los locales nos quedaban muy lejos. El asunto es que fuimos con ese supuesto gurú de las dos ruedas cuyo local no estaba tan lejos. Confiaba que aquel buen hombre reparara mi bicicleta tipo chopper (no sé si era una marca Vagabundo o alguna copia, regalada ó deshechada por algún primo que se le pasó la dosis de chocomilk y parecía Barron Trump actual a sus escuetos 10 años). Yo debía tener unos 8 o 7 años aproximadamente, si bien la bicicleta me quedaba un poco grande, no me importaba, era lo más parecida a una moto y eso era genial.
Al ver al señor revisar la bicicleta tuve uno de esos extraños de ja vú escolares... Antes de llegar a eso, déjeme le digo, en las escuelas generalmente se ponían hojas informativas (ahora no lo sé) de sucesos tales como personas perdidas, de igual manera de la búsqueda de delincuentes y, vaya, esos dibujos eran escalofriantes. Esos retratos a mano alzada casi deformes, a mi forma inocente de ver, parecían hechos por algún niño sociópata y no por un profesional. En el panfleto ese, se describía las características del sujeto, más abajo entre ese mar de sellos y letras, decía que ese wey había sustraído a un niño. Detengámonos un poco ahí. En los 90´s (como en otras épocas seguramente) era muy común de hablar de niños desaparecidos, sin embargo, es cierto, antes era un poco más seguro, pero no del todo como a muchos les encanta fantasear sobre los bajos niveles de delincuencia. Todavía me tocó la fiebre del robachicos y el señor del costal, pero a diferencia de esas mamadas esto era real, preocupantemente real, por lo menos para mí. Bien, mientras el señor revisaba la bicicleta, yo me quedé echando raíces en el suelo del maldito miedo, el señor era demasiado parecido al tipo descrito en el dibujo o esa fue la impresión que tuve; pelón pero con cabello negro en los extremos, el era moreno (eso sí no lo recuerdo bien en la descripción del dibujo, jo), bigote, alto y delgado. Hasta cierto punto era cómico verlo probar la bicicleta, cigarro entre los labios echando humo como locomotara mientras intentaba poner las piernas en los pedales, seguro así luciría mi primo de haber conservado esa bicicleta.
Las puntas del eje estaban un poco limadas. No se percibía tan bien a menos que tuvieras otro eje (del algún otro modelo) desmontado y pudieras compararlos. El señor no le dio más vueltas al asunto, esas bicicletas ya habían pasado de moda por lo que conseguir uno de esos ejes no iba ser fácil ni barato, otra víctima más de los 80´s. El tipo nos dijo que se podía hacer una adaptación pero obvio, te iban a cobrar un ojo de la cara, sin realmente garantizar nada. Los nuevos diseños tenían ya el aspecto de una bmx, nos recomendó comprar una nueva, no sé si eso era cierto, no intentó vendernos otra, pero eso no me importó mucho, mi cabeza daba vueltas pensando si ese sujeto era el mismo que se había robado a ese niño. Tiempo después le pregunté a mi madre qué fue de esa bici y eso fue lo que me respondió, además de terminar en la basura al poco tiempo... Tremendo crimen de Estado. Tampoco le dije nada sobre aquel señor, no sé si fue una desagradable coincidencia o sólo una copia de él ó peor, pudiera ser realmente aquel sujeto del dibujo. Nunca estuve seguro de eso, pasaron varios meses entre haber visto el retrato hablado (dibujo) y conocer al "gurú de las bicicletas" por lo que mi memoria se pudo haber visto afectada. También es menester saber que esos dibujos suelen ser poco confiables, sobretodo en esas épocas. Todo el mundo tiene un clon en algún lugar de este puñetero mundo. Un Doppleganger, esa copia que hará cosas que ni tú te imaginas. Todavía pienso si ese señor hubiese sido el culpable de la desaparición de aquel niño. Calculando su edad desde aquel entonces hasta nuestros días, bueno, es muy probable que ese cuate ya esté muerto... Claro, si acaso fue él. Ciertamente nunca lo sabré.
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