sábado, 13 de julio de 2024

Chocoaventuras en el transporte público

 


El transporte es algo vital para toda la puñetera gente en todas las ciudades de este mugroso mundo. Si vives en Latinoamérica y no tienes automóvil o cualquier otro medio para desplazarte, mi querido amigo, no te va a quedar de otra más que disfrutar de la "cortesía humana", de los sinsabores de la sobrepoblación, del sudoroso y asfixiante calor humano (ja ja ja), de la ahora aún más tensa convivencia entre las inestables y peligrosas facciones rivales luchando por sus preferencias religiosas, sexuales, políticas, de la gente rara, muy rara, más rara que yo que escribo este pinche blog de porquería, aunque también de sus peligros latentes del día a día; de los amantes de lo ajeno y los mano larga pervertidos en cuya urgencia ya le tiran a todo, sí, a TODO.

Pero no todo puede ser malo, como ese enamoramiento ocasional, una mirada fugaz, ay, pillín(a), ya te vi, ja ja ja... De encontrarte dinero y reclamarlo como tuyo en un golpe de suerte sin saber si el que lo perdió andará cacheteando la banqueta de las chillonas o la amargura. De algún alma caritativa que te brinde ayuda si lo necesitas, ojalá tengas esa suerte. 

Todas las personas tendrán alguna anécdota viajando en el transporte de su preferencia. Seamos realistas, sin transporte público pese a que la gente se queje y se revuelque, sería un infierno trasladarse de un punto a otro. En este post compilaré algunas vivencias de mis travesias a través de los años cuando aún vivía en la cdmx. Oh, carajo, lo que he visto o tú habrás visto, sin duda una bolsa mixta de cosas locas y asquerosidades dignas de un buen post.


Microbuses: Infierno sobre ruedas:

La manos inquietas de doña lenguas.

Empezaré con los chiquillos malcriados ocasionales. En una pinche noche fría, mientras iba bien agustín en total tranquilidad sentando en un colectivo semivacío (camión, guagua, bus, bondi, como le digan en su tierra), circulabamos sin mayor novedad hasta llegar a una parada donde un montonal de gente abordó en tropel el transporte. Adiós a la paz. Una madre y su pequeña hija, de alrededor de unos 8 años, se sentaron de espaldas frente a mí, la mujer llevaba unas papitas con harta salsa Valentina, perfumando toda la atmósfera del recinto, una salsa que deberías utilizar unicamente para quitarle el óxido a las piezas de metal, pero bueno, cada quien. La señora venía echando chispas jalando un poco a la niña pues su pequeño retoño andaba demasiado inquieta. La niña echando la lágrima de cocodrilo a moco tendido le pedía a la madre que le diera frituras, no tiene idea de cuántas veces la mocosa le insistió a la señora, pero la escuincla recibiría disciplina psicólogica, "No, era no". La señora le adviritió que no comería nada hasta llegar a su casa, y sólo después de haberse lavado las manos, tragaría "papitas". En una maniobra digna de un giro de tuerca de un verdadero genio del mal, la niña procedió a hacer algo que ni la madre, ni yo, un pobre testigo ocasional, pudimos preveer. La escuincla procedió a lamerse las manos, después frotó sus manitas generando pequeños y abundantes rollitos de mugre espolvoreando el suelo con su magia negra. Luego, la niña se volteó hacia la madre y le dijo: ¡Mira mamá, YA ESTÁN LIMPIAS!, rematando con una sonrisa. La neta sentí algo de frío en la espalda al ver esa sonrisa macabra. La madre por su parte, tardó un rato en salir de su asombro y poderle responder, jo. Aún así, no le dieron PAPITAS.


                                    No ando de joda, la sonrisa era muy similar


El asombrososamente molesto Spiderboy.

El siguiente escuincle me provoca sentimientos encontrados. Ahora verá por qué. Esta vez el camión venía con casi todos los pasajeros sentados y muy pocos levantados. Hacía un calor de los mil demonios, todas las ventanas estaban abiertas pero la ventilación era insuficiente. Aquí no gozamos de aire acondicionado, no somos nenas. Un niño sentado con su familia jugaba yendo de un lado a otro, ocasionalmente se bajaba de su asiento hacía poses raras y se sujetaba de otro asiento aledaño, parecía canica brincoteando de un lado a otro en un vaivén infinito, atosigando a algunos pasajeros. El padre hizo a bien advertirle que se sentara, pero el wey no hizo ni el menor intento de agarrar al mocoso y sentarlo, se quedó hipnotizado viendo el maldito celular, los otros familiares venían chacoteando sin darle mayor importancia a su bendición. Cuando el camión agarró una buena velocidad, el niño ya regresaba a su asiento original con movimientos al puro estilo del hombre araña, o algo así, sin embargo, por alguna razón, el chofer da un buen enfrenón y el niño pareció haber sido jalado por un cable invisible, ¡zumm! a la verga, como en esas películas del espacio cuando son succionados hacía el vacío. Yo estaba sentado en la parte de atrás por lo cual me tocó el mejor ángulo de la escena, todo mundo se sacudió un poco y si no es por un señor algo gordo al frente del camión, ese niño hubiera acabado hundido en el parabrisas -o afuera de éste-, e incluso haciendole de chalán del chofer. Fue difícil aguantarse la risa en el camino si le soy sincero. Ah, bendita inercia, no te merecemos. Después del sustito los padres lo cagotearon con la famosa frase ¡Ya ves, te dije..."  y bla bla bla. El chamaco, más allá de un par de raspones, no le pasó nada, solamente estuvo llorando un buen rato, de esa chilladera a volumen alto pa´acabarla de joder, ja. 




El Kimericanista.

Le gusta ir a los juegos de futbol? A mí no, me cagan, verlos por televisión también me aburre a mares. Mejor pon ISSS deluxe. Amén por todas esas pobres almas que viven cerca de esas estructuras del diablo y detestan el fucho. Bueno, sí, a lo que iba, en una de esas tantas veces de regreso a casa por la noche, para llegar al metro, una banda de angelitos amarillos se subieron de la nada mientras el conductor esperaba cargar un poco más de pasaje -él tuvo la culpa a fin de cuentas, una mala práctica de algunos microbuceros-, varios de estos miserables se colaron sin pagar hasta por la puerta de atrás. La cara de la gente fue de repulsión y de susto. Otros ya se andaban despidiendo de su puñetera cartera. No es estigmatizar ni nada, pero con la mala fama que se cargan, aparte de si ya estás familiarizado con sus métodos culturales, pues todavía peor, weón. Hay una cosa denominada por ellos como "la misión" que consiste en ir a robarle a tiendas de conveniencia, tienditas, o a quien se deje. No sé si todos, pero mejor no andar tentando tu suerte, muchacho XD. Si usted no es de estos lares y no sabe cómo lucen estas bendiciones del señor, pues le daré una idea: 



El líder del grupo, un aparente treintón rapado a cepillo con gafas tornasol, usando la distintiva playera amarillo huevo se le acercó diligentemente al chofer y le dijo: Mira, carnal, nos vas a llevar directo al estadio y no te vayas a parar. El conductor dijo "Bueno, bueno, yo los llevo pero nada más no me vayas a causar un desmadre". Al ver ésto, pocas personas se bajaron, mejor dicho sólo los que estaban cerca de las puertas ja ja ja. El desvencijado camión de pronto se había rellenado de puros putos pollos (así le dicen a los del equipo del Ámérica). Yo estaba muy lejos de mi destino y bajarse tampoco era una opción, podría tomar otro cerca del estadio, pero debido al maldito partido los camiones no pasaban tan seguido... Ehmm, sí,  ¿por qué será?, aparte, nuestras benditas autoridades con un severo retraso mental, tienden a cerrar vialidades complicando aún más la circulación. Chinguen ustedes a su reputa madre, basuras de mierda, como a ellos no les afecta. En fin, me vi compartiendo celda de reclusorio con estos culeros. Al ver que no hubo resistencia por parte de nadie, comenzaron con sus debidos rituales. Cantaban a garganta partida sus canciones vikingas de quien la tiene más larga y porque ellos la tienen más pequeña, se pusieron a saltar como pinches locas mientras el camión rechinaba al ritmo de su cavernícola y tribal sonata, algunos ya alcoholizados se reían hasta por ver la mosca pasar.  

En una de las puertas, uno de ellos andaba colgado con la bandera de su equipo ondeandola al viento. Al detenerse el chofer en un semáforo, este sujeto, muy delgado por cierto, no más de unos 20 años, se bajó y orgulloso empezó a ondular su estandarte color huevo arengando a sus queridos compatriotas en las cercanías. El tramo del camino frente a nosotros estaba algo libre, como consecuencia de ello, a su amado líder, Kim Jong Un americanista se le ocurrió una ideale dijo al chofer que le acelerara. Ni tarde ni perezoso así obedeció el señor y el pobre flaco comenzó a correr detrás del camión, estallaron las risas taberneras al ver al pobre muchacho correr con desesperación entre algunos autos intentando alcanzar la unidad, en algún punto casi se rompe la crisma por culpa de su banderín al enredarsele un poco la tela entre las patas ja ja ja. Para su buena suerte, el tráfico estaba apelmazado a unos metros más adelante, el chamaco finalmente se subió sudando a cántaros por la puerta trasera y descalificando las acciones de su pandilla: ¡No sean culeros, no mamen! -exhalaciones- ¡No se pasen de verga! -más exhalaciones y risas aún más estruendosas de sus amigos-. ¡No mamen, se mamaron, pinches culeros! -procede a sentarse y a calmarse, más risas de sus compatriotas y silbídos del estilo "qué bueno, qué bueno". 


La chamaca CONALEP.

Si no sabe qué carajos es un CONALEP (Consejo Nacional de Educación Profesional Técnica), pues dejeme decirle, se trata de una institución nivel media superior para carreras técnicas, dandote la ventaja de tener un trabajo antes de entrar a la universidad... Si es que entras a la universidad, jo. Pese a quien le pese, aunque por ahí cacareen mala fama de la escuela, la verdad es que sí salen chamacos bien preparados, en especial los de enfermería o especializados en instrumentos quirúrgicos o una cosa así, la neta, muchachos, mis respetos. 

La historia de esta morra es parte de una de tantas de ese estigma, de esa mala fama en la institución. Me encontraba sentado cuando estas 2 adolescentes, bien uniformadas mochila a la espalda, subieron al camión. Una de ellas tenía mal aspecto y la otra, supongo su amiga, le hacía de niñera. Al principio no pasó nada, todo iba bien, la que parecía enferma dormitaba apoyando su cabeza en el hombro de la otra, ésta última le animaba durante el viaje acariciandole la cabeza. De pronto, así sin más, "la enferma" se acerca rápida y desesperadamente a la ventana contrayendo los músculos faciales arrojando una cascada de vómito abundante y oloroso, hubo una breve pausa, otra arqueada y volvió a la carga seguida de otra fuente igual o peor de cuantiosa. Algunas personas lentamente se alejaron de la zona cero, la amiga no pudo hacer nada más que limpiarle un poco los labios con algo de papel sacado previamente de su mochila. La ventana goteaba aún la última comida de su creadora y el olor comezaba a penetrar rapidamente en el interior del camión. Una señora se les acercó y le preguntó si la morra estaba "enferma", la otra limpiandole de nuevo la boca a su compañera le contestó que no era precisamente eso. Todos entendimos al instante a qué se refería. Tuve la suerte de bajarme antes de terminar de ver ese drama adolescente, ni hablar del olor. Verán, la tasa de embarazos adolescentes en México es la más alta, no me extraña, entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En 2018, tan sólo en el estado de Veracruz, el embarazo de las morras de esta institución concentraba el 3% de su población de acuerdo con el director general del CONALEP. El lamentable hecho también se ha tornado burla en forma de memes, sí, ya sabe, México mágico, perros:  



Auschiwitz: Wie im Transport.

No tengo idea de cómo sería morir en una cámara de gas, no es que ande buscando hacerlo, pero le digo, en una de esos viajes nos tocó lo más parecido a ello ja ja ja. Era tarde, hora pico, la gente se pelea por un pinche centímetro para que su sarcófago de metal gane algo de terreno al frente de todos los demás autos. No hay cortesías ni educación vial en las entrañas de estas ciudades. El camión avanzaba perezosamente entre los automóviles, cerca de una intersección, un camión de carga con caja llena de piedras, o algo así, salió al paso. Los autos dejaron pasar al armatoste no por simpatía, sino porque los muy maricas saben dónde y con quién hacerse el rudo. ¡Oh, mierda no, no, no, no, la recontra puta madre!. Nuestro transporte consiguió hacerse al lado derecho de tal suerte que el camión de material de construicción se nos emparejó del lado izquierdo. Se quedaron así debido al tráfico. Estabamos atrapados. Ninguno operador peleó lugar, ningún automovilista se hizo el loco. El problema comenzó cuando el camión de carga aceleraba y todo el puto humo se metía a nuestro transporte. Una buena humareda negra se coló dejandonos tosiendo como locos. Varias ventanas fueron cerradas al unísono, excepto una al frente antes de la del chofer, pero como estaba rota, pinches alineaciones interplanetarias cósmicas, sólo un ligero y delgado plástico pegado con las nalgas cubría el marco. Nos venimos fumando toda la fábrica de habanos generados por el tubo de escape lateral de nuestro amable vecino. Aquí no había forma de poder bajarte, pues no había paradas. Alguno lo intentó, el chofer no lo dejó bajar ya que los vehículos del otro lado pasaban muy pegados y no estabamos ni cerca de la banqueta. Ciertamente un comportamiento ambiguo entre protegernos de los sádicos automovilistas pero no de respirar los humos tóxicos cancerígenos emandados directamente del exterior. El chofer se llevó la peor parte ja ja ja. Era como un pequeño Silent Hill sobre ruedas, viendo las siluetas caminando entre la niebla a pesar de que el otro lado las ventanas estaban abiertas. El humo tardó algo en disiparse pero el olor permanecía impregnado en el lugar.  Ahora entiendo porque esos pobres niños  deshollinadores se morían a temprana edad y tan rápido.    



Metro: La última frontera.

Si tuviera la oportunidad de elegir entre todos los transportes existentes, siempre preferiria viajar en metro. En mi pinche opinión, es el mejor conectado y ojalá amenazarán con ampliarlo, pero la ciudad creció tan desmesuradamente que sería una locura hacerlo ahora. Debes estar muy atento a tu entorno y no ir baboseando con tu celular. Hay líneas muy inseguras, no me importa lo que digan las autoridades adornándolo como uno de los más seguros, debes tener cuidado. 

Don Vergas vs le Artiste.

Siempre hay algún ojete con complejo de superioridad, sobretodo si cree que por hacer pesas y construir algo de músculo el mundo le debe pagar pleitesía. Pues finalmente le llegó el día a uno para aterrizarlo en la realidad. Estabamos en la hora de salida de los trabajos (entre 6 y 9 pm), acostumbrese a los mares de gente "peleandose" por alcanzar un espacio en el anden. Hay toda una colección de lamentables videos de trifulcas en el metro de la CDMX demostrando inequivocamente cómo las personas cada vez están más locas, viven en estrés permanente, ya cualquier cosa es suficiente para partirte la madre con otro extraño, eso sí, reza para que tú no seas el perdedor. El vagón estaba ya en un punto crítico de su capacidad, pero no nos movíamos. Llevabamos ahí un rato estancados, algo normal en este transporte a ciertas horas. Algunas personas comenzaron a abandonar el andén y otros pocos más lo abordaban. En eso, se escucha una bronca en una de las puertas. Las voces se elevaron hasta convertirse en gritos llenos de obscenidades. Misteriosamente, un círculo de vida se formó alrededor de estos dos sujetos -fenómeno extraordinario pues no cabía un alma en ese lado, pero aún así, el espacio se creó de la nada-, entonces pude ver a estos cuates danzando, uno de ellos se veía en forma, no tan joven, de alrededor de unos 20 y pico ó 30 años quizás, el otro era un señor como de tal vez, 40 o 50 años, aunque no sé a ciencia cierta pues él traía una gorra de vicera amplia, posiblemente era un pintor o albañil debido a las ropas algo descoloridas y manchadas de cal ó pintura. El más joven hacía fintas mamonas con los puños a la altura del pecho pero el pintor se acercaba con las manos arriba cerca de la cara dandose su tiempo. En algún momento se conectaron unos buenos putazos, al principio pensé que el más joven le iba a ganar, ya que el otro señor se aguantó algunos putazos, la confianza del mozalbete aumentó y seguramente pensó iba  a ser pan comido ganarle a su rival. El pintor le conectó uno en la cara y luego le apuntó a la barriga, tal vez con la izquierda, no recuerdo bien, el joven se desmoronó cayendo de de lado sujetandose a la altura del estómago. El señor se quedó unos segundos viendo si el tipo se iba a volver a parar, ya no le siguió pegando. Mi apuesta se fue por el caño, este muchacho con la cara contraída por el dolor se quiso levantar en alguna ocasión, algunas voces ya le sugerían no era conveniente hacerlo, el ganador aprovechó ese tiempo y se salió caminando volteando de vez en cuando sobre su hombro. Poco después, el vagón hizo la escandalosa señal de cierre de puertas anunciando el final de la pelea. Nuestro campeón derrotado mejor se fue a sentar pasandose una mano por la cara en busca de rastros de sangre, la otra la mano descanzaba cerca de su panza. Aún hoy en día no sé si alguien grabó la pelea, no me extrañaría, esto ocurrió por ahí del año 2010, cuando el estúpido borracho de Calderón andaba en el poder. En fin, que les sirva de lección para no terminar de entretenimiento por alguna pendejada a soretes de la red, peor tantito si alguien jala la palanca de emergencia y los bajan a los dos para presentarlos o para ser extorsionados por la misma policía del lugar. 




El Devorador de Pecadirijillos.

¿Cree usted que su desventurada alma se salvará? ¿Tiene miedo de condenarse? Ni yo, porque en primera no estoy seguro de si hay algo del otro lado y segundo porque es mejor INTENTAR ser "bueno" sin el soborno del cielo como decía Shaw, o una mamada así.. Más allá de si creas o no, tal parece que hay gente muy preocupada por salvar tu sucia, maldita, cochina alma pecadora. A principios del 2000 era muy común encontrar gente algo ruca cuya convicción religiosa era bastante férrea, llevando su delirio mesiánico a las entrañas del subterraneo para recordate, oh, puñetera oveja descarriada, que el final de los tiempos estaba muy cerca, que tus pecadillos te cobrarían factura. Entra al vagón nuestro pseudo predicador, era un señor moreno de cabello rizado plateado, algo desaliñado, ya sabe. Una vez que las puertas se cerraron, seleccionó algún versículo favorito apartado con una hoja de color y empezó la fiebre pasional del Jesús Fest. Pasaba entre nosotros los pasajeros señalándonos con su dedo flamígero "Bla, bla, bla, ésto, bla, bla, bla, aquello". En algunos momentos cerraba los ojos extasiado, levantando su mano libre en un puño cerrado dejándolo caer de manera rápida, como un martillo santiguando el aire alrededor en su febril discurso condenandonos a todos al infierno. Aún no se daba cuenta que ya estabamos ahí. Yo venía sentando con unos chamacosmiados compañeros de escuela, era natural que las risas empezaran timidamente a asomarse, pero hacíamos lo posible para contenernos. Uno de nuestros amigos era muy güero, le decíamos gringo porque la verdad sí parecía extranjero el culiao. Cada que este wey se aguantaba la risa, se ponía rojo, rojo como tomate. El predicador amateur se puso cerca de nosotros y ahí se quedó un rato, la voz era algo como la del gallo Claudio o algo así, pero eso no le causaba ningún pudor, nada lo detenía, seguía y seguía en su perorata. Gringo se ponía cada vez más rojo y las venas de la frente se le empezaban a saltar. La demás gente hacía de todo para contenerse y ahogar la risa; algunos de los pasajeros bajaban la cabeza y se reían en voz baja. Una chica hizo lo propio y se puso un cuaderno en la boca pero sus ojos la delataban. Llegando a la siguiente estación, nuestro salvador cerró su Biblia. Al parecer "El Señor" lo mandó a llamar y salió del andén hablando consigo mismo, tal vez para abordar otro aparentemente. Gringo soltó la risa escandalosa que tenía y todos le secundamos, acusándonos entre nosotros de pinches pecadores de almas insalvables.




El Increíble Hombre doble K.

Yo diría que la siguiente historia fue una de las peores cosas que vi suceder a un pobre cuate ja ja ja. Era verano, iba tarde a encontrarme con la dueña de mi cartera aquella mañana de Domingo. El vagón estaba algo vacío, pero aún así hacia un madral de calor, el puto operador hijo de su rechoncha madre nos quería bien cociditos y ni de coña iba a poner la ventilación, como diciendo "Hey, púdranse hijos de su reputa madre". El calor era insportable, algunos usuarios se limpiaban el sudor de la frente con papel de baño, otros sin importarles nada se pasaban la mano por la cabellera tirando el exceso al piso o embarrandolo en sus ropas. Avanzabamos algo lento entre estación y estación pero al menos avanzabamos. En eso, un cuate de unos 20 años aproximadamente, utilizando un paliacate amarrado a la cabeza, cabellera larga brillante de metalero y gafas de sol se coloca en una de las puertas de la parte final del vagón. Se le notaba algo ansioso, le temblaban un poco las piernas de fideo que lo sostenía de milagro ja ja ja. Tenía un semblante pálido y, sin duda, sudaba copiosamente. Quizás el calor estaba haciendo sus estragos en él como en todos nosotros. Seguiamos nuestra marcha cargando y vomitando gente. El vato abandonó su aparente tranqulidad y empezó a sarandear una de sus piernas como si tuviera una especie de calambre, luego la otra, una y otra vez, se doblaba sobre su estómago, hacía sentadillas, cosas raras en apariencia ante la audiencia. Repitió la rutina intercambiando movimientos nuevos. La gente comenzó a ponerle un poco más de atención ante tanto jugueteo, tal vez venía drogado, tal vez estuviera borracho, o tal vez, tal vez era algo más. Como decía ese wey de Kevin Arnold Y ENTONCES SUCEDIÓ: El tipo comenzó a pedorrearse inintencionalmente, se veía hacía un esfuerzo sobrehumano para mantener la calma pero el cuerpo tenía otra cosa en mente, el vato seguía luchando internamente pero entre más peleaba, la situación se ponia peor, el pobre wey siguió emitiendo ruidos de gaita escosesa agitandose con más violencia, ocasionalmente golpeaba el suelo con alguno de sus pies, como si quisiera hacerlo un hoyo al suelo. Algo encorvado, apretaba con más furia el pasamanos de metal sudando tinta en ello y acompañadolo de muecas por el esfuerzo. Seguro se va a convertir en supersayayin -pensé por un segundo-. Entre el asombro y algunas risas retraídas de los usuarios, algunas permancecieron a la expectativa por morbo posiblemente, aunque varias personas se alejaron de él. Lo peor estaba aún por venir. Peleando consigo mismo terminó por ceder ante sus torturadores intestinales... Una viscosa y fecunda mancha café comenzó a emanar de la parte baja del pantalón, la espesa solución manchó un poco sus botas negras. Se quedó como congelado durante un momento viendo sus pies, evaluando su creación, valorando su desgracia. El olor comenzó a inundar parte del vagón estirando su nube invisible en los alrededores. No sé si el joven se debía bajar donde lo hizo, pero a la siguiente estación ja ja ja salió corriendo dejando un camino orgánico a lo Hansel y Gretel detrás de él. A saber si alguien grabó la tragedia de este sujeto. :V 



Tren ligero:

La bruja del vagón

El tren ligero es el único transporte para para poder escapar de Xochimilco de manera segura ja ja ja. Estaban los camiones pero ya era tarde y recordaba a una buena, buenísima amiga 7u7, ja, me dijo que no me fuera en microbus por la noche pues a ella la habían asaltado pasando la estación de periférico. Corriendo, apenas y llegué pues cerraban a las 11 pm según recuerdo. Esperé en la terminal con varias personas que, se veía, ya tenían algún tiempo vegetando a la expectativa del último vagón. Abordé buscando asiento en la mitad del transporte con una ventana cercana. Ya no alcance el asiento del solitario con ventana ja ja ja. Aguardando ahí, una señora como cincuentona abordó desde el final del último vagón. Era un personaje bastante peculiar, venía vestida de negro y no necesitabas a un experto para ver que estaba algo tomada. Se empezó a reir como loca, de esa risa escandalosa fea, fea, cabrón. La gente se volteaba a ver de dónde provenía tan terrible ruido. Luego apareció otro personaje más, una de sus amigas, supongo, y lo mismo, se reían a mandíbula batiente. Se acercaban con marcha torpe riendose de todo lo que se encontraban a su paso, "caminaban" en dirección a la parte frontal. Conforme se acercaban a mi lugar, vi que la de negro estaba maquillada en exceso, como la furiosa esa de Mad Max. El cabello negro estaba tan pintado que parecía peluca, lo tenía amarrado haciendo un enorme chongo malhecho en su cabeza, sin temor a equivocarme, parecía como una bruja de cuento de hadas. Ambas mujeres se balanceban de izquierda a derecha un poco, aterrizando de vez en cuando en un pasamanos, riendo compulsivamente cada vez más y más alto. La gente en lo suyo, pero visiblemente incómoda. Yo debía tener como unos 15 ó 16 años, intentaba ignorarlas, pero con una pared de ladrillos al otro lado, no era lo más agradable a la vista ni siquiera entretenido que digamos, no traía libro para leer ni nada, el celular no es algo que me guste usar, aparte de que no tenía videos ni nada. Ya olía su maldad acercándose a mí. Subitamente, la de negro se detiene cerca de mi asiento, su amiga y ella cuchicheron, comenzaron a reirse otra vez de manera escandalosa, de manera pedorra, ahí noté que le faltaban algunos dientes a la de negro. Dirigí mi vista a la pared blanca o azul de ladrillos a través de la ventana haciendome wey. Momentos después, cometí el error de volver a ver si ya se habían marchado y la bruja de Blair, sí, la bruja de Blair me palmeó la espalda y luego procedió a palmearme la mejilla con su mano congelada, susurrando -en un asqueroso y apestoso vaho matinal que casi me asfixia- algo en lenguaje borracho. Siguieron su camino riendose hasta ocupar unos lugares vacíos al frente, otra señora que ocupaba el único lugar de esos tres -el transporte está distribuido en una configuación de tres asientos frontales a lo largo del vagón en varias zonas-, esta señora las vio acercarse, procedió a levantarse y a recorrerse a otra parte. Me bajé en otra estación pero ellas siguieron su rumbo con destino desconocido. Revise si todavía tenía mejilla, algo de ese toque de la muerte me dio algo de miedo, weón. Tengo terribles y fantasmales recuerdos de Vietnam desde entonces. A veces creo que hubiera sido más piadoso aventurarse en un camión en medio de la noche a oler la muerte expeliendo su soplo matinal asquerosón en mi cara. ¡Ah, el horror, el horror! 






Etiquetas: La suciedad de la sociedad, transporte, camión, metro, tren ligero,  microbus



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